El Padre de Festivales cerró el telón de la edición 64° con una aceptable convocatoria a pesar de la difícil situación económica que atraviesa el país. Como novedad, este año se destacó el certamen internacional de Juegos Ecuestres que se desarrolló el domingo bajo una tenue llovizna con la participación de las delegaciones de los países Uruguay y Bolivia. 

 

En el escenario brilló una grilla de calidad que quizás debió ser mejor distribuida durante las tres noches para lograr motivar al público, sobre todo en la jornada del sábado que tuvo un excelente clima pero no la convocatoria que se esperaba.

 

La jineteada volvió a contar con una caballada élite para la competencia y finalizó sin accidentes. El momento más emocionante de ese segmento tuvo lugar el viernes, cuando la Comisión Permanente homenajeó a Erik Cossutta, el jinete fallecido en el festival de Jesús María. 

 

Como cada año volvió al ruedo el debate sobre el cerramiento del predio, modalidad que se implementó en el año 2013 (Germán Facchín) con la intención de que el balance del festival no arroje grandes pérdidas. 

 

El malestar que plantea la porción de la sociedad que disfrutaba más de esa fiesta de libre acceso, es que en la actualidad hay que pagar sí o sí para tener acceso a los puestos de ventas. 

 

Este año, a esa discusión se sumó el imponente vallado metálico que se colocó en dos accesos sin informar previamente que el motivo de la iniciativa fue por razones de seguridad. 

 

Lo positivo que sobresale de las críticas es que la inversión cultural que realizó un año más el municipio en el lapso de tres noches, gozaron de un clima ideal para encender el fuego de la tradición.