La confesión por el crimen de María Eugenia, centro del debate

La familia propietaria del campo donde fue hallado el cadáver atestiguó haberse enterado sobre la autoría del homicidio. Una testigo declaró que se lo contó la hermana del único acusado. El joven sentado en el banquillo negó la veracidad de este relato.

Judiciales 30/10/2019

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Una mesa familiar en la que están presentes sus cuatro integrantes y a la que se suma Guadalupe Sanz, hermana de Jeremías, quien está acusado de haber asesinado a su madre, María Eugenia Cadamuro, en las afueras de Jesús María. Antes de eso, se habían abrazado en el hall de entrada de la casa y habían llorado. Circula el mate entre ellos y ninguno está preparado para la revelación que vendrá.
 
La familia no es cualquier familia sino la propietaria del campo de Villa Gutiérrez, al norte de Jesús María, donde fue enterrado el cadáver de María Eugenia y que no fueron en ningún momento sospechados ni investigados en la causa.
 
Mientras Guadalupe hablaba, escuchaban atentamente Fernando y Marcela, y los hijos Ignacio y Florencia.
 
“Cuando comentó que el hermano le confesó que él había sido (el autor del crimen de su madre) fue muy fuerte. Intentamos cambiar de tema, en ningún momento preguntamos cómo había sido. Ella fue a dar la cara, a pedir una disculpa. Tenía necesidad de hablar con nosotros”, narró ayer Fernando en la Cámara 8ª del Crimen de la ciudad de Córdoba, donde el joven es juzgado por el crimen de su madre.
 
Y su esposa Marcela sumó: “Mi hijo nos dijo que (Guadalupe) quería hablar con nosotros y que quería ir con su tía Mabel. Mi hijo le dijo que no, que con Mabel, no. Llegó quebrada, mal. Quería hacerse responsable por si llegábamos a tener algún problema porque el campo era nuestro”.
 
La mujer relató que Guadalupe contó que mientras su hermano reconocía la autoría criminal del asesinato, ella le cuestionó insistentemente: “¿Por qué no pediste ayuda si estaban tan mal? ¿Por qué hiciste esto?”.
 
Los hijos del matrimonio no podrán prestar declaración para reafirmar el relato de sus padres, uno por motivos de salud y otros por estar cursando estudios en España.
 
Al margen de esta revelación que, por primera vez, toma estado público, también se supo que Ignacio y Jeremías tenían una suerte de acuerdo de coproducción agrícola y que al momento del hallazgo del cadáver, se produjo en Ignacio una decepción absoluta.
 
Lo mismo refirió Fernando cuando se enteró de lo que había sucedido y de la autoría que le atribuían a Jeremías y que habría revelado Guadalupe: “Fue una decepción total, una estafa. Uno lo vio crecer, lo integró a muchas reuniones familiares, cumpleaños, casamientos. Fue muy dura la noticia, el hecho, la situación”.
 
La familia hizo constar que colaboraron con la investigación y que pusieron el campo a disposición de la Policía para las inspecciones que terminaron con el hallazgo.
 
“Me plantaron un cuerpo”
 
Tras la declaración de Fernando y Marcela, Jeremías volvió a solicitar la posibilidad de declarar, aunque sin habilitar la repregunta del fiscal o de la querella, para volver a negar lo antedicho: “Niego categóricamente ese supuesto dicho de mi hermana hacia la familia Sbiglio. También quiero decir que tras la aparición de mi madre, María Eugenia, el primero en ingresar a mi visita al establecimiento penal fue mi abuelo Jorge Sanz, al cual en el primer instante que nos vimos le dije: ‘Abuelo, me plantaron un cuerpo’, yo no tengo nada que ver, no la maté”.
 
No le respondió a la pregunta del fiscal Hugo Almirón, pero sí añadió un comentario a propósito de la declaración que la semana pasada hizo su tío Víctor “Cacho” Cadamuro: “Quisiera manifestar en relación a las mentiras que dijo mi tío y la mala relación que él tenía con mi abuela, Ana Esther Grión, mala relación que también tuvo con María Eugenia, mi madre, al igual que con mi padre, Pedro Javier Sanz, con sustracciones ilícitas que él cometía hacia mi abuela”.
 
Desacreditan la coartada
 
Mientras a María Eugenia la daban por desaparecida, Jeremías Sanz y su amigo personal Nicolás Rizzi declararon que ellos –a la misma hora en que desapareció la mujer– habían estado en un bar de Sinsacate tomando un jugo de naranja. Las declaraciones de los testigos, sin embargo, los ubicaron en otro lugar y haciendo otra cosa.
 
Por ejemplo, Ariel Pajón declaró que al hijo de su patrón, Nicolás Rizzi, le ingresaron ese día (15 de marzo de 2017) un montón de llamadas no bien recuperaron señal al salir del campo y que el mencionado Rizzi dijo en voz alta: “¿Qué moco se habrá mandado que tengo tantas llamadas?”, y que lo llamó, le dijo que lo iba a buscar, y eso hicieron en Jesús María, alrededor de las 20.15. Refirieron que los mencionados Rizzi y Sanz dejaron a los trabajadores en sus casas y que no supieron qué hicieron después de eso.
 
Pajón reconoció la camioneta de Sanz, la Volkswagen Amarok blanca de cabina simple en la que Jeremías, según los testimonios recopilados hasta acá, habría pasado a buscar a su madre y se habría retirado de la zona con ella. Fue la última vez que se vio con vida a María Eugenia, en aquel marzo de 2017. Meses después, su cadáver sería descubierto enterrado en un campo a las fueras de esa ciudad.
 
*Corresponsalía Jesús María
 
 

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