Azul ya es un ícono de lucha: cadena perpetua a su asesino

Para la Cámara del Crimen Número 9, el acusado, Fabián Casiva, era imputable.

Judiciales 23/08/2019

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La condena que se le dio marcará un precedente clave para la Justicia de Córdoba.
El jurado popular y el tribunal de la Cámara del Crimen Número 9 de la ciudad de Córdoba condenaron por unanimidad a prisión perpetua a Fabián Alejandro Casiva (26) por el femicidio de Azul Espinoza, más conocida como Azul Montoro, ocurrido el 17 de octubre de 2017. La resolución fue en concordancia con el pedido del fiscal Gustavo Arocena y del abogado querellante, Tomás Aramayo.
 
De esta manera, los ocho jurados populares y los dos vocales de cámara coincidieron en que Casiva era imputable a pesar de sus trastornos mentales y en que la mató por ser mujer. “Azul seguramente se convertirá en bandera de la lucha trans. Es bueno que esto se haya visibilizado en un ámbito como el de la Justicia. En Argentina tenemos buenas leyes, pero no buenas prácticas. Esta fue un ejemplo de sentencia que sienta jurisprudencia y en la que se podrán apoyar otros casos”, explicó Alejandro Escudero Salama, subdirector de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y quien acompañó de cerca todo el proceso.
 
El funcionario destacó que en la carátula se respetó la identidad de Azul y por eso se habla de femicidio y no de femicidio trans. “Desde el Ministerio de Derechos Humanos nos atraviesa la lucha por la identidad en Argentina. Esta también es una forma de respetar y reconocer una identidad”, agregó.
 
Este caso, que es el primer asesinato de una persona trans que llega a juicio oral en la provincia, permitió a la comunidad trans contar, frente a un juez y a una sala de audiencia siempre colmada, las vicisitudes que deben pasar al reafirmar su género.
 
La discriminación social y laboral hace que, casi sin opciones, deban sostenerse económicamente a través del trabajo sexual, con los peligros y la vulnerabilidad a la que quedan expuestas en muchas ocasiones. Tan así es que su expectativa de vida es de 35 años. Azul tenía 24 al momento del crimen.
 
Abrazos
 
En cada abrazo, las representantes de organizaciones de diversidades sexuales y las amigas de Azul se emocionaban por el resultado del proceso judicial, pero también por cada historia personal que se funde en una minoría históricamente ignorada y hasta agredida.
 
“Estamos contentos con la sentencia. Fue una lucha constante de los abogados y de nosotros para buscar testigos. Desde el primer momento en el que el fiscal (de instrucción) Guillermo González tomó el caso, le puso la carátula de femicidio, que luego se sostuvo. Azul era una mujer por donde la miraras”, dijo Micaela Videla, amiga de Azul.
 
Kitty Quispe, subdirectora de Políticas de Género de la Municipalidad de Córdoba y primera funcionaria trans de esa institución, dijo minutos antes de la sentencia: “No vengo como funcionaria, sino como par, a solidarizarme porque los femicidios deben parar. Necesitamos justicia para que no vuelva a haber otra Azul. La muerte no tiene género”.
 
Sentencia ejemplar
 
“Es una sentencia ejemplar. Este es un mensaje a la sociedad en contra de los crímenes de odio, de la violencia de género para las mujeres y para las personas trans como Azul Montoro. Y sienta un precedente enorme para la Justicia de Córdoba. También es trascendente para la Argentina, donde estos fallos no abundan y donde los casos de travesticidios y femicidios trans no llegan a juicio, no se investigan, como el caso de Laura Moyano”, indicó Maru Acosta, militante del MST y hermana de Paola Acosta, víctima de femicidio.
 
En la audiencia también estuvieron Claudia Martínez, secretaria de Lucha contra la Violencia de Género de Córdoba, y la legisladora electa y abogada Soledad Díaz García.
 
“Azul era muy buena y querida por todos. Desde chica se sintió mujer y, como familia, la acompañamos siempre”, afirmó Alejandrina Torres, la madre de Azul, frente a los jurados populares y al tribunal. “Nadie me va a devolver a mi hija. Pero quiero justicia, no venganza. No quisiera que esto le pasara a otra chica”, agregó Torres.
 
Palabras finales
 
Luego, tras la sentencia y visiblemente emocionada, manifestó a La Voz: “Ahora, Azul podrá descansar en paz. El asesino estará donde debe estar”.
 
Casiva, que no había declarado en el juicio, hizo uso de su última palabra. “Sé que no voy a poder devolverle la vida, pero estoy arrepentido de lo que hice”, expresó. Y agregó: “No estaba en mis cabales. Pido disculpas a la madre, al padre y a los hermanos (de Azul); al resto no. Sólo me quieren hundir. Yo no tengo nada en contra de los hombres, de las mujeres”.
 
Luego se refirió a lo mal que la pasa en la cárcel: “Estoy en el pabellón del fondo, con los cocodrilos y los malditos. Me han querido robar, apuñalar. Yo cometí un error, como cualquiera de ustedes”, concluyó.
 
Casiva pasará el resto de su vida en la cárcel, en cumplimiento de su condena por homicidio calificado, por femicidio, por hurto calamitoso y por daño (debido a la infracción a la ley Sarmiento por haber lastimado a la perrita de Lara Godoy, la amiga de Azul, que estaba en el lugar).
 
 

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