Con el último testigo, llegó una confesión inesperada contra el hijo de María Eugenia

Se incorporó por su lectura una declaración de Nicolás Rizzi, amigo de Jeremías Sanz, ante la Fiscalía de Instrucción de Jesús María, en la que confiesa cómo y cuándo enterraron el cuerpo de la mujer.

Judiciales 04/12/2019

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Un testigo presencial que ayudó a enterrar a María Eugenia Cadamuro le atribuyó al hijo de ella, Jeremías Sanz, la autoría material y explicó cómo fueron los hechos del día de la desaparición de la mujer.
 
El dato fue leído ayer por la secretaría en la Cámara 8ª del Crimen de la ciudad de Córdoba, donde Sanz es juzgado por el asesinato de su madre, ocurrido en marzo de 2017. Se trató del último testimonio incorporado en la causa y generó el cimbronazo que le faltaba al juicio.
 
Nicolás Rizzi, imputado hace pocas semanas tras un cotejo genético, prestó declaración el pasado viernes en la sede de la Fiscalía de Instrucción de Jesús María, a cargo de Guillermo Monti, y aportó datos desconocidos hasta ahora.
 
Reconoció que durante la instrucción había mentido respecto de lo que había hecho el 15 de marzo de 2017, día en el que fue vista con vida por última vez María Eugenia Cadamuro, y situó al hijo de ella, Jeremías, en el centro de la escena criminal.
 
El homicidio, según reconstruyó el fiscal Monti, podría haber ocurrido entre las 20.20 y las 22 de aquel 15 de marzo en una zona rural no precisada entre Villa del Totoral y Villa Gutiérrez, sobre la ruta 60. Rizzi volvía de su campo con dos empleados en su camioneta y, al recuperar señal en su teléfono móvil, le sonó muchas veces por mensajes y llamadas perdidas.
 
Cuando logró establecer comunicación, Sanz le pidió a Rizzi que lo fuera a buscar al bulevar Agüero, de Jesús María, la misma calle de la que se había llevado a su madre horas antes, aunque más cerca de la ruta 9.
 
Rizzi manifestó en su relato que Sanz no le decía qué había pasado e insistía en que se reunieran. “Tuve quilombo con mi vieja, me reputeé, pasá por acá”, narró Rizzi sobre lo que le adelantó su amigo.
 
Tras dejar a los dos empleados de Rizzi en sus domicilios, volvieron a buscar la camioneta de él. En ese trayecto, Sanz le confesó: “No sabés la cagada que me mandé, sos la única persona en la que confío”. “¿Qué pasó?”, retrucó Rizzi, y recibió por toda explicación: “Ayudame, por favor. Vos ayudame”. Todo esto según quedó asentado en la declaración del joven que ayer se leyó en la Cámara 8ª del Crimen.
 
Sanz se hizo seguir en su camioneta y tomaron por la ruta 9 en dirección al norte. Según Rizzi, Sanz alcanzó los 170 kilómetros por hora en ese trayecto. Doblaron en dirección a la ruta 60 y en algún momento pusieron guiño para doblar a la derecha y se metieron por un camino de tierra unos mil metros.
 
Sanz se bajó de su camioneta, se acercó a la de Rizzi y le pidió apagar la luz. “Estaba como sacado, shockeado. Le pregunto ¿qué pasa? Y llorando me dice ‘vení a ver’. Había unos yuyos altos y un sembradío de maíz. Ahí me dice ‘mirá, mirá’. Camino 10 metros y veo un bulto, ahí veo que era una persona. ¿Qué hiciste, culeado?”, narró Rizzi ante el fiscal Monti.
 
Agregó que Sanz le pidió ayuda al tiempo en que se acercó con bolsas, guantes y una colcha. “Vos estás loco, estás enfermo de la cabeza. Arreglate solo, no me pienso meter en esta”, narró Rizzi que le dijo a su compañero de vivienda de ese entonces.
 
No obstante su negativa, ayudó a embolsar a María Eugenia, a envolverla en la manta, y la levantó para subirla en la caja de la camioneta. Avanzaron otros 300 metros y se bajaron a enterrar a la mujer en el pozo ya cavado.
 
Rizzi aseguró que, después de eso, hizo marcha atrás con la camioneta, y se volvió a la casa que compartían con Jeremías en Sinsacate, pero, como estaba hecho un manojo de nervios, decidió irse a la casa de su mamá.
 
A Rizzi el fiscal Monti le imputó recientemente encubrimiento agravado y esta fue la primera declaración de importancia que formula desde que fue detenido. Su nombre se mencionaba desde la fecha de la detención de su amigo, pero había mantenido un silencio sepulcral durante estos dos años y medio.
 
En el juicio contra Sanz, al fiscal Monti le llegaron los resultados del cotejo de ADN que se le realizó a un par de guantes hallados en el lugar donde estaba el cadáver de María Eugenia. El peritaje indicó que aquellos rastros correspondían a Rizzi, por lo que se ordenó su captura. Su reciente detención cambió todo y su confesión hundió más a su amigo, según se especulaba ayer en la última audiencia del juicio antes de los alegatos.
 
Crisis nerviosa
 
Antes de la revelación del testigo presencial del ocultamiento del cadáver de María Eugenia, el tribunal intentó sin éxito incorporar el testimonio de Guadalupe Sanz, hermana de Jeremías e hija de la mujer asesinada, pero la joven tuvo una crisis nerviosa y fue asistida por un psiquiatra y una psicóloga del Poder Judicial que informaron que no estaba en condiciones psicológicas ni emocionales de prestar declaración.
 
Un dato que no pasó inadvertido se dio cuando los camaristas la hicieron pasar para notificarle que quedaba excusada de declarar y Guadalupe evitó cruzar cualquier tipo de miradas con su hermano. Ni una milésima de segundo miró a Jeremías, ni de reojo, ni al pasar.
 
Se sabía que había dejado de visitarlo en la Cárcel de Bouwer a poco de haber sido hallado el cuerpo de su madre, en junio de 2017, y que había aumentado la distancia con él.
 
Triplemente agravado
 
En la 14ª audiencia, el fiscal de Cámara Hugo Almirón hizo saber que añadía un agravante más a la calificación del crimen de María Eugenia.
 
Además de los agravantes por el vínculo y por violencia de género, Almirón decidió añadirle la figura de la alevosía.
 
El fiscal dijo que había tomado esa resolución tras escuchar el testimonio de los peritos forenses y por entender que María Eugenia había estado en un estado total de indefensión cuando recibió los dos disparos de escopeta certeros y mortales.
 
Por si faltaban indicios en contra del acusado por este crimen, los testimonios de los detectives de la División de Investigaciones Operativas de la Policía Judicial (DIO) terminaron por corroborar en la audiencia de ayer aspectos clave de la instrucción en contra de Jeremías.
 
Ya no habrá más testigos. El miércoles de la semana próxima serán los alegatos y es muy probable que también se conozca el fallo.
 
Quién es: El testigo imputado
 
Nicolás Rizzi, amigo de Jeremías Sanz, figuraba como sospechoso de haber participado en el ocultamiento del cadáver de María Eugenia Cadamuro, la madre de Jeremías. El cotejo genético a un par de guantes fue decisivo para la imputación por ese delito, a principios de noviembre de este año. Fue detenido y ya quedó alojado en la cárcel de Cruz del Eje por orden del fiscal de Jesús María, Guillermo Monti.
 
*Corresponsalía Jesús María
 
 

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