Los que se van: la nueva emigración de argentinos ya se acerca a la de la crisis de 2001

Unas 25 mil personas al año se van sólo a España. La mayoría de los que se marchan son jóvenes desencantados, que buscan prosperidad económica, nuevas oportunidades y tener la experiencia de “vivir en Europa”.

Sociedad 07/08/2022

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La nueva ola migratoria de argentinos que se inició después de 2016 se está acercando en cifras a la de la crisis del año 2001, donde más de 33 mil personas al año emigraban a España por cuestiones mayoritariamente económicas.
 
Hasta 2019, más de un millón de argentinos vivía en el extranjero, según datos de las Naciones Unidas. La enorme mayoría lo hacía en España, un país con el que la Argentina tiene lazos históricos y culturales muy fuertes; entre ellos, el idioma. Hoy, y desde 2017, llegan a la península ibérica un promedio de 24 mil argentinos cada año.
 
Investigaciones de la cordobesa Patricia Jimena Rivero, socióloga e investigadora posdoctoral en el Conicet, máster en Estudios Migratorios (Universidad Pompeu Fabra) y doctora en Estudios Sociales de América latina, indican que la Argentina estaría atravesando una nueva ola migratoria hacia el extranjero con un perfil de emigrados diferente a los de flujos anteriores. Las definiciones no son concluyentes ya que todavía se sigue estudiando el fenómeno, siempre cambiante.
 
De cualquier modo, la movilidad poblacional hacia otros países aparece a priori como la más joven de todas, con rasgos particulares y distintos a la ola más grande que tuvo la Argentina después de la crisis de 2000 y 2001.
 
La gente que se “mueve” en la actualidad también refiere cierta desilusión y desencanto en su búsqueda de estabilidad económica en el país, pero además transita modos más desestructurados de vida en el mundo globalizado y tecnológico, y desea disfrutar de experiencias nuevas.
 
Los migrantes de los últimos años pertenecen a una cultura generacional acostumbrada a moverse, que no teme a los cambios y a una vida algo más nómade que suponga, tal vez, irse, regresar y, por qué no, reemigrar.
 
En este sentido, la investigadora explica que hoy, en la Argentina, se tiende a hablar de desplazamientos de personas con cierta circularidad; esto es, ir y volver y que no siempre implica un cambio de residencia permanente.
 
Si hay algo que caracteriza a los argentinos que viven fuera del país es que la idea de regreso está presente a lo largo de toda su experiencia migratoria.
 
IR Y VOLVER
 
Rivero, que vivió 10 años en Barcelona y luego regresó a Córdoba, comenzó a investigar para su tesis doctoral el proceso de decisión de retorno de los argentinos desde España, motivada por su experiencia personal.
 
Entre 2008 y 2015, más de 40 mil argentinos retornaron desde España, por diversas causas que exceden lo meramente económico, que suele actuar a veces como detonador. Hubo gente que regresó porque consideró que en la Argentina había condiciones atractivas que les permitiría una buena posición al retornar y, otras que lo hicieron por cuestiones afectivas o familiares.
 
 
La tesis doctoral de Rivero muestra que, en términos cuantitativos, Argentina registra uno de los flujos de retorno más importantes de la región.
 
Según el Padrón Continuo de Habitantes del Instituto Nacional de Estadística (INE), hasta el 31 de diciembre de 2007, residían en España 290.281 personas nacidas en Argentina, mientras que a finales de 2015 la cifra había descendido a 249.863. Es decir, “más de 40.400 argentinos y argentinas ya no vivían en España; probablemente porque retornaron a la Argentina, aunque también puede que hayan decidido migrar a otros destinos”, refiere la investigadora.
 
Hubo retornos definitivos y otros temporales, pero fue más la gente que se quedó en España que la que regresó. “Muchos retornados a la Argentina post 2008 decidieron volverse a ir. No se puede desestimar eso del análisis”, apunta Rivero.
 
En el último lustro, volvieron a crecer los flujos de inmigración a España; a partir del 2017 se observa un alza en el empadronamiento en destino que alcanza un volumen significativo hasta 2020, el año de la pandemia.
 
“Si bien no estamos frente a cifras como las de 2002, 2004 y 2005, el denominado flujo del ‘corralito’ (con 33 mil nuevos inmigrantes al año), nos encontramos con 24 mil y 25 mil entradas anuales en 2019 y 2021. Un volumen significativo a la luz de la historia de las migraciones de argentinos a España”, remarca Rivero.
 
Los datos surgen de un trabajo conjunto con Fernando Esteban, profesor de la Universidad de Valencia, que estudia desde hace años el fenómeno de los argentinos en España.
 
Todo hace suponer -agrega- que la tendencia continuará en 2022, ya que los contextos de atracción y expulsión actuales son similares, como la evolución de la economía y del mercado de trabajo, a los de 2001.
 
LOS DESTINOS PREFERIDOS
 
¿Cuántos argentinos viven afuera del país y cómo se mueven? Rivero explica que hay más de un millón de argentinos en el exterior. España y Estados Unidos han sido siempre los lugares favoritos.
 
“La tendencia de estos flujos antes de la caída de las Torres Gemelas en 2001 era Estados Unidos como destino principal, pero las políticas de ingreso restrictivas norteamericanas, hicieron redireccionar la emigración hacia España. Es a partir de aquí y hasta la fecha que se convierte en destino principal de las y los argentinos”, apunta Rivero.
 
Se estima que unas 25 mil personas se van del país cada año sólo a España de manera temporal o definitiva, con fines no turísticos.
 
Muchos son de sectores medios, con secundario completo y estudios terciarios y universitarios. Pero las investigaciones aún no son concluyentes y Rivero considera que faltan trabajos complementarios para determinar el perfil predominante después de la pandemia y quiénes emigran con pasaporte europeo, especialmente español o italiano.
 
 
CÓMO SE MUEVE LA GENTE
 
Rivero explica que los desplazamientos de las personas están atravesados por variadas dimensiones e indicadores que muchas veces se interrelacionan, sin ser compartimentos estancos.
 
En lo conceptual, la “migración” hace referencia a movimientos geográficos indefinidos; es decir, a personas que se van de su país y no saben cuándo regresarán. Por lo general, este desplazamiento está relacionado o motivado con crisis económicas, represión y dictadura, por falta de posibilidades o la dificultad de visualizar un futuro.
 
Las “movilidades”, en tanto, aluden a desplazamientos temporales o transitorios. Las personas hacen movimientos repetitivos, multidireccionales y hasta circulares, no solo entre dos destinos sino más.
 
Este tipo de migraciones, explica Rivero, son comunes entre profesionales altamente calificados que por cuestiones laborales van y vienen. Suelen ser por tiempo determinado.
 
“Cuando la motivación es económica las personas migran como estrategia de movilidad social, es decir, para no perder su posición de clase o para mejorarla. Esto se vio claramente reflejado en la migración económica que hubo primero en la crisis de la hiperinflación y luego con el famoso ‘corralito’, que fue el mayor éxodo sin precedentes que tuvo la Argentina”, refiere la investigadora.
 
La de 2001 fue una “migración económica”, con perfiles heterogéneos de emigrados en relación al nivel de estudios o de clase social.
 
Aquella ola llegó después de otras que vivió la Argentina por cuestiones de represión y dictadura, como sucedió en la de Juan Carlos Onganía (1965) y la que se inició con Jorge Rafael Videla (1976).
 
“Si bien esto no significa que en esas épocas no hayan emigrado personas por motivación económica, el rasgo distintivo que ha marcado estas dos etapas son las migraciones altamente calificadas”, explica Rivero.
 
Con Onganía se fueron del país científicos y profesores (en esa década empieza a hablarse de “fuga de cerebros”) y con la dictadura de Videla se inició el exilio político que duró hasta el regreso de la democracia en 1983: se marcharon artistas, intelectuales, pensadores y también investigadores. Este éxodo fue más amplio en cantidad que el anterior.
 
Después sobrevinieron las migraciones económicas motivadas por crisis políticas e institucionales, hiperinflación y la del “corralito” en un mundo cada vez más globalizado (1984-2004).
 
Posteriormente, desde 2005 hasta 2020 se observaron migraciones y movilidades con ciclos de recuperación (2005-2015) y crisis (2016-2019) de la economía argentina, con fortalecimiento del sistema de ciencia y tecnología y programas de repatriación de científicos.
 
Rivero insiste en que en cada ola migratoria hay rasgos predominantes pero siempre coexisten perfiles y motivaciones.
 
Como se indicó, el patrón que caracterizó al ‘corralito’ fue la huida por cuestiones económicas en medio de una profunda crisis política, social e institucional. Hoy la emigración tiene otros matices epocales aunque también está atravesada por el desencanto, por el malestar económico y por el descreimiento en las instituciones.
 
“Vivir la experiencia en Europa” es, además, una motivación, al igual que la alta demanda de empleo en España, en especial en el sector de servicios, y las nuevas facilidades de incorporación de extranjeros al mercado laboral español tras la reforma de la Ley de Extranjería.
 
 
EL PRIVILEGIO DEL PASAPORTE EUROPEO
 
La doble ciudadanía y el pasaporte europeo se han convertido en los últimos años en el tesoro más preciado por aquellos que desean emigrar con los papeles que acreditan la ciudadanía y permite ingresar a Europa por la puerta grande.
 
La investigadora Patricia Jimena Rivero explica que la posesión del pasaporte tiene significados simbólicos y concretos, vinculados con las raíces y los derechos.
 
“El pasaporte o la posesión de la doble ciudadanía es un activo importante, una meta, un logro conseguido para unos, mientras que para otros es la búsqueda de la identidad, una forma de reconstruir la genealogía de la memoria familiar”, dice Rivero.
 
En cualquier caso, representa el privilegio de ser parte de dos estados.
 
Poseer dos nacionalidades, plantea la experta, aumenta de manera considerable el capital social; es decir, las redes, los vínculos y contactos que son una puerta a otros capitales, como el económico, cultural o simbólico.
 
Un artículo de Rivero y Candelaria Martínez -investigadora de la Universidad Nacional de Villa María- publicado en la revista científica española Methaodos sobre los significados que tiene para los argentinos retornados desde España la ciudadanía múltiple (adquirida por los ancestros o por estancia migratoria) coinciden en que les permite construir “nuevas formas de capital familiar, y facilita la posibilidad de nuevas movilidades geográficas y la transformación en otras formas de capital (humano, financiero, social)”. La ciudadanía múltiple puede verse así como un proceso de acumulación de capital para suplir deficiencias de la ciudadanía “de origen”.
 
El pasaporte europeo, además, otorga a los retornados mayor facilidad para volver a migrar en caso de incertidumbre. Es un “tesoro” único, privilegiado e intransferible.
 
 
EL “BOOM” DEL RETORNO DURANTE SIETE AÑOS
 
La crisis económica global que se inició en 2008 disminuyó la emigración de argentinos y generó un “boom de retorno”, entre 2009 y 2015, desde España hacia el país. Este regreso contribuyó positivamente a la Argentina
 
Según la Encuesta de Migraciones, que mide flujos migratorios y permite visualizar tendencias, entre 2008 y 2014 (con picos en 2009 y 2010) unos 13 mil migrantes argentinos que residían en España retornaban cada año.
 
La investigación de Rivero indica que a partir de 2015 los desplazamientos se redujeron a la mitad y con ellos comienza una nueva fase de la migración caracterizada por el final del retorno y un renovado incremento de la emigración hacia España. En 2020 se observa un nuevo flujo de retornos, que podrían estar vinculados a las restricciones, confinamiento y caída del empleo durante el inicio de la pandemia.
 
¿Cuáles son los beneficios del retorno? Por un lado, dice Rivero, el envío de remesas por parte de quienes se quedaron en España, el ahorro para construirse una casa o hacer otro tipo de inversiones.
 
Los que retornan, a la vez, “traen” remesas socioculturales, es decir, habilidades, destrezas, conocimientos de otras culturas, ideas, creencias, valores, formas de ser y de estar que contribuyen a procesos de innovación.
 
“El retorno trae beneficios”, subraya Rivero, en referencia a todas las personas que regresan. No sólo los repatriados científicos vuelven con conocimientos que efectivamente aumentan las capacidades de investigación e innovación del país, sino que todos “traen algo” para poner en valor distintos espacios dónde desarrollan sus vidas: familia, trabajo, entre otros. Es decir, la experiencia migratoria tiene efectos en la construcción de nuevos saberes para la sociedad de origen.
 
“¿Por qué se dice que los países de origen ‘pierden’ cuando marchan personas con estudios? Porque se ha invertido en su formación y esos recursos humanos no aplican o ‘devuelven’ los conocimientos adquiridos en sus países de origen; a estas se les llama ‘migraciones calificadas”, explica Rivero. Las personas con estudios son consideradas un bien estratégico para los países de origen, ya que de ellos depende la formación de nuevas generaciones, además constituyen una masa crítica y dan lugar a procesos de innovación en la sociedad.
 
“IR A PROBAR SUERTE NO EXISTE”
 
La cordobesa Verónica Gómez (28), licenciada en comercio exterior, tenía hace un año un empleo en Córdoba que le permitía tener su auto y vivir sola, sin compartir una vivienda, para solventar los gastos.
 
Pero en agosto de 2021 se fue “a probar suerte a Europa”, algo que anhelaba desde hacía mucho tiempo. Así arrancó su experiencia de vida en Madrid, donde se instaló para realizar un máster.
 
Verónica cuenta que mientras realizaba los papeles de la visa de estudiante, que le permitiría radicarse en España, trabajaba de moza en un bar de venta de empanadas argentinas los fines de semana. Cobraba, dice, “unos 400 euros por mes, que no alcanzaban ni para pagar el alquiler del departamento que compartía con otras chicas, que no conocía”.
 
Gómez relata que vivió en “barrios que uno no suele transitar” o que se trasladaba en transporte público, que tampoco estaba acostumbrada.
 
Volvió a la ciudad de Córdoba la semana pasada. “Ahora empiezo de cero”, asegura. Ya comenzó a buscar un nuevo empleo. En España gastó todos sus ahorros. Tras esa experiencia, Verónica cree que “ir a probar suerte, no existe” y opina que “estar allá no es la solución al problema, sino que hay salir desde Argentina”.
 
“Volví porque me gasté todos los ahorros y recomiendo que no hay que irse sin una organización previa o sin papeles. No sabía que iba a ser tan difícil”, concluye.
 
“VOLVÍ POR MIS AFECTOS”
 
“Me fui en el año 2000 y volví en 2008 por mis afectos, que estaban en Argentina”, cuenta Gustavo Bidela (47), quien emigró entonces a Estados Unidos y ahora vive en Río Tercero y trabaja de chofer de una empresa de emergencias médicas.
 
Su experiencia estuvo atada a buscar una mejor situación económica, en aquellos años. “Conocía gente que estaba allá y fui a probar. Trabajé en un club donde hacía limpieza de todas las instalaciones. También en una empresa de cartelería y en pintura de casas”, relata.
 
Lo que ganaba le permitía vivir modestamente en un departamento que compartía con otra gente, en la ciudad de Tampa, y enviaba dinero a su familia.
 
Si bien aún sostiene que “conviene irse del país”, en su caso volvió porque sus hijos vivían en Argentina. “Irse es un sacrificio porque te quedan en tu país, los amigos, la familia”, acota.
 
Gustavo cuenta que su hijo mayor planea irse a Canadá porque, dice, al joven “le da bronca, matarse estudiando y no conseguir un empleo decente y bien remunerado”.
 
El riotercerense está convencido de que se consigue un trabajo mejor pago en el extranjero, aunque -aclara- hay estar preparado para trabajar en distintos rubros. “Pero si querés ir y directamente ser el gerente de Google, tal vez se hará más difícil”, ironiza.
 
En su estancia en Estados Unidos, Gustavo trabajó y ahorró para preparar un departamento para la reunificación familiar, lo que efectivamente ocurrió. Pero finalmente regresaron.
 
Bidela confiesa que él también se volvió porque no podía estar lejos de sus hijos.

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