Wos y un show con mucho agite en Córdoba: cómo fue desde los ojos de los niños

El cantante se presentó por primera vez en Córdoba tras las postergaciones por la pandemia y brindó un recital demoledor, a sala llena y bien ATP. De la euforia juvenil a la experiencia familiar.

Sociedad 14/05/2022

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“¡Buenas noches Córdoba!”, fue la arenga de rigor que lanzó Wos a poco de comenzar su show ante una Plaza de la Música absolutamente colmada y que en esta oportunidad fue mucho más que un saludo, ya que esta vez esa frase retumbó con un inigualable sabor a revancha.
 
Es que el cantante y gran referente de las nuevas generaciones pudo concretar por fin la presentación en esta ciudad que tuvo que reprogramar en dos oportunidades por la pandemia, tanto en 2020 como el año pasado. Y sin dudas, la espera valió la pena.
 
La advertencia que tiró minutos después presagió lo que vendría durante la siguiente hora y media que duró el concierto y además funcionó como un perfecto resumen: “Acá se transpira. Eso sí, nos cuidemos entre todos”, dijo tras el primer gran pogo que se plasmó en Culpa, el tema del reciente Oscuro éxtasis con un Ricardo Mollo apareciendo desde la pantalla de fondo haciendo las veces de tío que dispara planteos existenciales.
 
La cosa estaba clara: en la mitad delantera del campo, pibis sub-25 transpiraban la camiseta felizmente apretujados y celebraban con enorme devoción cualquier intervención de su ídolo. De la mitad para atrás, la postal era completamente distinta. Un público muy familiero y con abundancia de niños y niñas (sí, de todas las edades imaginables) disfrutaba a su manera, con más espacio pero poca visual.
 
“Pa, ¿me levantás un ratito que no veo?”, era una de las frases más escuchadas en ese sector al que le hubiera venido de maravilla unas pantallas al costado del escenario. Igualmente, con el correr del concierto, los más pequeños también se fueron incorporando al frenesí “wosero”: de a ratos a “cococho”, cogoteando algún celu de alguien más alto que filmaba o saltando sin importarles nada más que la música. Para muchos, se trataba de su primera experiencia de ese tipo y nada iba a impedir que fuera inolvidable.
 
 
COMIENZO CON SORPRESA
 
El gran regalo por ese público ATP fue en el mismísimo comienzo cuando el “Wosito” sorprendió a todos irrumpiendo desde un balconcito en el costado derecho del recinto: “Quiero despertar sabiendo que vale la pena, sin más dilema. Estoy en el fondo de todo, acá la luz no llega”, cantaba casi en penumbras en un arranque performático con Buitres, el tema con el que precisamente abre el disco que vino a presentar a Córdoba.
 
Entre idas al puesto de hidratación para tomar agua, filmaciones lejanas para algún amigo o primo que se perdió el show, los guiños que celebraron los +35 como Luz delito para los ricoteros y 40 para los de pasado punk y movimientos hacia los costados para tratar de ver “algo”, así transcurrió la primera parte del concierto en el sector de “los de atrás”.
 
Cuando Wos avisó que se venía “una canción de amor dedicada a los mediocres” se hizo un silencio que segundos después terminó con un estallido al sonar los primeros acordes de Que se mejoren, ese himno generacional y antirepresivo que se cantó y pogueó en todo el estadio. A esa altura, ya no importaba la distancia con el escenario.
 
“Me ayudan a cantar esta que salió hace poco”, introdujo antes de Arrancármelo, esa conmovedora licencia acústica que el artista se dio el gusto de publicar recientemente. “Esta se la filmemos para mamá”, se le escuchó decir a una pequeña que levantaba tiernamente su celular sin importar hacia donde estaba apuntando la cámara, mientras la multitud coreaba dejando toda su voz como ofrenda.
 
Después del momento beatbox y un tremendo solo de batería de Tomás Sainz (uno de los bateros top del país de un tiempo a esta parte), llegó el bloque funk con Niño gordo flaco (guiño a Fatboy Slim) y la festejada Fresco que se pegó con Cambiando la piel y el segundo inspirado freestyle de la noche: momento pistero adelante y pedidos de “cocochito” a los gritos en el fondo.
 
En la recta final apareció la esperada Canguro (”se ve que algunos se hicieron cargo”, tiró elocuente Wos antes de escupir esa letra que destroza la meritocracia) y la arenga interminable. “¡Dale Pa que esta te la sabés!”, se escuchó bien clarito desde atrás. 
 
 
Tras la presentación de la banda que además de Sainz se completa con Facundo “Evlay” Yalve (guitarrista y productor), la impactante bajista Natasha Iurcovich y el confiable tecladista Fran Azorai, un segmento bien dark con Gato negro y Mugre (de “un momento en el que no brillaba como ahora” según confesó Wos) hizo dudar a más de un papi que miró con ganas la salida para esquivar el seguro congestionamiento posterior. “¡¡Pará que falta Púrpura!!”, fue el grito desesperado del sector púber.
 
Efectivamente, después de la retirada en falso de los artistas sonó ese otro himno generacional que nadie quería irse sin cantar con la poca voz que le quedaba. “¡La danza de los que resisten bailando aunque quieran que no seamos nadie!”, fue la frase que quedó retumbando como un mantra entre las cuatro paredes de la plaza, en la retirada de esta fiesta consciente y tan esperada.
 
 

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