El fenómeno Messi y el récord olvidado de otro argentino en el fútbol de Francia.
La columna El Expediente y la historia de Delio Onnis, el argentino que hizo una revolución goleadora en la liga francesa.
Deportes
13/08/2021
La llegada de Lionel Messi a Francia, qué duda cabe, ha sido revolucionaria. Su imagen, compartiendo las primeras vivencias con el Paris Saint-Germain, se replicó en cada rincón del planeta, haciendo estallar los portales informativos y las redes sociales. No es necesario abundar demasiado para percibir lo obvio: el capitán de la selección nacional impuso una bisagra en la historia del fútbol francés.
Difícil es imaginar un fenómeno similar. Messi produjo un revuelo mundial incomparable, incluso a lo que generado en su momento por Michel Platini o los campeones mundiales galos de 1998 y de 2018.
Pero Messi no fue el primer futbolista que llegó desde Argentina para imponer un mojón en la historia del fútbol francés. Porque salvando las siderales diferencias de “ruido” entre el rosarino y cualquiera que le pongan a la par, en los años ‘70 hubo un desembarco de un jugador salido de nuestras canchas que, a su manera, también dejó marcado su sello.
Delio Onnis, un delantero que proyectó Almagro y que más tarde se consolidó en Gimnasia La Plata, tiene un récord que ni siquiera “la Pulga” podrá alcanzar: con 299 goles marcados entre 1971 y 1986, es el máximo goleador de la historia de la Liga Francesa, una marca que ya cumplió 35 años de imbatibilidad.
“Yo en Mónaco no puedo caminar y acá no me conoce nadie. ¿Te parece que una persona haga 400 goles en Europa o más, esté dentro de los mejores goleadores de todas las épocas del fútbol mundial, que sea el máximo goleador del fútbol francés y que en Argentina nadie te dé bola? ¿Te parece normal? Yo no vivo ni como de eso, pero sería lindo que por mi familia, amigos e hijos se acuerden de vez en cuando”, le dijo a Infobae este exjugador del Stade de Reims, Mónaco, Tours y Sporting Toulon, hace un par de años, cuando visitó por última vez el país.
Onnis, en realidad, era argentino por adopción. Nació en Giuliano di Roma en 1948, pero a los dos años su familia se radicó en Buenos Aires esquivando la miseria de la Italia de posguerra. Después, la vida y una increíble cadena de casualidades lo fueron llevando a un destino que lo ubica hoy entre los 17 mejores goleadores del mundo de todas las épocas.
Se incorporó a Almagro cuando era adolescente y sin proponérselo. Como tantos otros, fue a acompañar a un amigo a la práctica de fútbol y, como faltó un jugador, lo invitaron a incorporarse. A partir de entonces, y hasta su debut en Primera, no pasó mucho tiempo. Con el Tricolor debutó a los 19 años en el torneo de la B, y marcó 11 goles en 18 partidos. Enseguida lo contrató Gimnasia y allí comenzó a aparecer en las revistas gracias a sus 53 goles en 95 partidos.
Sus números eran fantásticos, pero en su partida a Francia la suerte también jugó un papel determinante. Dirigentes del Stade de Reims que habían venido al país a finiquitar el pase de Alfredo Obberti, delantero de Newell’s, chocaron con la negativa de la esposa del jugador, quien no quería abandonar el país. El incidente, sumado a la decisión de los visitantes galos de no regresar a Europa con las manos vacías, hizo el resto. Por una recomendación, los directivos franceses acordaron la compra con el Lobo y se llevaron a Onnis, pese a que estaba lesionado y había jugado el peor partido de su carrera.
Lo que vino después fue para el aplauso. Onnis “acribilló” a goles a los arqueros rivales en todas las canchas de Francia. Fue máximo goleador en cinco temporadas y desde 1986, cuando abandonó la práctica activa del fútbol, nadie ha podido superar su registro goleador, que quedó a sólo un tanto de las tres centenas.
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