Papelón, bochorno, humillación, deshonra, vergüenza, insólito, increíble, impresentable, inadmisible, lamentable, dolor, frustración, tristeza... Todas esas palabras calzan perfecto para describir lo que sucedió anoche en la elección en la AFA, primera que se concretaba después de 24 años y que debía decidir quién sería el próximo presidente luego de tres décadas y media del reinado de Julio Humberto Grondona, a quien sólo la muerte pudo bajarlo del sillón principal en la casa afista de calle Viamonte.

• El video con el recuento de votos

El período de transición conducido por Luis Segura desde julio del año pasado, que debía terminar con la elección del nuevo titular y el inicio de una etapa que trajera las necesarias soluciones, finalizó en un escándalo acorde a una institución degradada, que desde hace tiempo se muestra a la deriva y ni siquiera cuando tenía una posibilidad suprema de contraponer un poco de luz a tanta oscuridad pudo exhibir transparencia y grandeza.

Durante su mandato personalista y verticalista, en el cual manejaba todo a su antojo y nada se hacía sin su consentimiento, Grondona instaló una frase de cabecera, la famosa “todo pasa”, aquella que llevaba grabada en el anillo de oro que sólo se sacó tras la muerte en 2012 de su esposa Nélida. Pasaron poco más 17 meses de que el corazón de Grondona dijo basta aquel 30 de julio de 2014 y la máxima del entonces presidente de la AFA tomó más fuerza que nunca cuando se escenificó este patético espectáculo, un ridículo del cual será imposible volver.

Es que si en el inconsciente afista “todo pasa”, o como dijo Segura “ya está, ya pasó”, respecto a la frustrada votación, sabrán los dirigentes argentinos que esta vergüenza jamás pasará, que quedará grabada a fuego en la historia del fútbol argentino. Imágenes que aunque se repitan mil veces asoman como increíbles, como parte de una pesadilla que nunca nadie imaginó. Coherente con la decadente realidad futbolística del país.