Faltan insumos en la construcción y algunos materiales aumentan más que la inflación
Rusia, Ucrania y Turquía son grandes proveedores de acero y derivados petroleros; la invasión frenó el comercio mundial. La escasez de dólares para importar suma complicaciones a rubros que no terminaron de salir de los problemas de la pandemia.
Política y Sociedad
01/04/2022
La invasión de Rusia a Ucrania y la falta de dólares para importaciones en el Banco Central de la República Argentina (BCRA) profundizaron la escasez de insumos y materiales de construcción que se viene registrando desde finales de 2020.
Rusia, Ucrania y Turquía son grandes proveedores mundiales de derivados del petróleo, que se aplica tanto para la producción de asfalto, membranas, pinturas y plásticos; como también de acero y sus derivados como clavos, alambres, hierros y aluminio y otros materiales utilizados en la construcción.
A las complicaciones que genera la guerra –el petróleo Brent subió en lo que va del año más de 43 por ciento– se suma el torniquete cada vez más apretado a la importación que aplican el BCRA, el Ministerio de Desarrollo Productivo nacional y la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip).
“Los valores en la construcción en general aumentaron entre 51 y 52 por ciento en febrero. Pero hay una gran dispersión de precios, aceros y plásticos subieron más de 70 por ciento por sus componentes importados, mientras que los ladrillos, que tienen componentes locales, se ubicaron por debajo del promedio”, resalta Luis Lumello, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción Regional Córdoba.
A esto, agrega, hay que sumarle la falta de stock en algunos materiales y tecnologías, lo que puede provocar retrasos en obras privadas y también públicas.
“Hay proyectos que están terminados en un 99 por ciento en la parte civil pero no se pueden entregar porque está faltando algún componente importado”, destaca el empresario.
Al respecto, explica que están en falta a nivel mundial todo lo que requiera componentes o insumos globales (como por ejemplo el acero) como también tecnologías que se utilizan en obras de saneamiento y que no se fabrican en el país, equipos como los trenes de entrada, bombas y sistemas para la automatización de plantas cloacales y de agua potable que utilizan semiconductores (chips).
HERENCIA DE LA PANDEMIA
El problema no es nuevo sino que arrancó con la pandemia. Hace dos años, cuando comenzaron las restricciones para frenar el avance del virus Covid, la gente se volcó a reformar sus hogares, lo que aumentó la demanda de materiales mientras la industria estaba cerrada o trabajaba con poco personal.
El año pasado, cuando a esto se sumó la reactivación de la obra pública, los materiales empezaron a escasear porque la industria no lograba reponer lo que se consumía.
“Hay fabricantes de acero que hasta hace poco trabajaban con 60 por ciento de su personal por el ausentismo, primero, y ahora porque sus empleados no quieren hacer horas extra ante la incidencia del impuesto a las Ganancias; en otros casos, no pueden importar insumos”, explica Francisco Vaccaro, director ejecutivo de Grupo Vaccaro, uno de los principales referentes del interior del país en hierros y metales para la construcción y el campo.
Según el empresario, si persisten los cupos de gasoil –en algunos puntos del país se vende hasta 15 litros por vehículo– esta situación puede complicarse aún más.
“Nuestra empresa hace reparto en todo el interior, el Litoral y Buenos Aires; los camiones tienen que parar en cada pueblo para cargar combustibles”, advierte.
En este marco, Vaccaro previene que el precio del acero se elevó 60 por ciento y que en las actuales condiciones es difícil reponer lo que antes llegaba de Turquía y que ahora no se está vendiendo por el conflicto bélico.
“Uno podría abastecerse de México, Chile o Brasil, pero cuando decís que le vas a pagar en 180 días te cortan el teléfono; si se quiere reactivar la economía, se necesitan dólares para importaciones”, agrega.
Otro rubro que sufre el impacto de este contexto es la fabricación de pintura, una industria que en tiempos de la pandemia vio multiplicarse por cinco o seis el precio de los contenedores para importación y que ahora vuelve a registrar subas en los derivados del petróleo, que está entre sus materias primas.
“No termina de quedar claro cuánto de este aumento es el impacto de la guerra y cuánto es meramente especulativo”, reflexiona Federico Haefeli, socio gerente de Pinturas Paclin.
Al respecto, advierte incrementos en dólares del cinco hasta el 25 por ciento, aunque los factores que mayor incidencia registran subas promedio de 10 por ciento.
Además, la firma cordobesa debió sustituir insumos químicos que requiere el uso de gas natural, para esquivar la escasez de combustible, y sobre estoquearse de otros componentes para evitar el freno en la producción.
Estos aumentos van a terminar incidiendo en toda la industria de la pintura, según aclara el ejecutivo: “Hay productos que tienen entre 50 y 70 por ciento de componentes importados y hay otros insumos nacionales cuyo valor sigue la cotización del dólar; incluso las marcas de bajos precios van a sufrir el alza del petróleo por el aumento del valor de los envases de plástico”, recalca.
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