La lupa siempre está puesta sobre el 10. Y el compacto de imágenes de las jugadas exclusivas de Messi mostrarán pocos destellos de su calidad, algunas gambetas, algunos pases con su sello, pero no mucho más. Cuando el partido fue partido (se rompió con tantos cambios), el capitán intentó ser parte del nuevo libreto del equipo y se empecinó (esto no es peyorativo, sino un rasgo distintivo) en buscar siempre a Dybala. Pero el problema es que ni el cordobés ni el rosarino estuvieron en sintonía fina y, entonces, las acciones de ataque no pasaron en exclusiva por sus pies.

 

Messi, en esa posición de doble enganche, fue muchas veces presionado por los volantes y defensores brasileños. Recibía de espaldas, sin espacios y lo asfixiaban. Leo buscó pases cortos para salir a buscar la pared con Paulo, pero sólo funcionó un par de veces. Por eso, sobre el final del primer tiempo se retrasó para buscar el balón, para tener más contacto. Pero el rasgo más importante que dieron esos 45´ es que la Selección por momentos lo salteó a Messi para atacar y eso puede ser bueno, que no se dependa únicamente del 10 para pensar en el arco contrario.

 

En el segundo tiempo, cuando el partido fue casi todo de Brasil porque la Selección perdió calidad con tantos cambios y tantos debuts, Messi tuvo la misión de retener más la pelota. "Aguantala, Leo", fue el grito de Sampaoli. Y el mejor el mundo le hizo caso. Retuvo el balón debajo de su zurda, trató de buscar opciones de pases, pero sus interlocutores (ya no estaban Dybala y Banega) no entendieron bien la segunda jugada.

 

Partido regular de Leo. Se valora su compromiso de jugar los 90', de cortar sus vacaciones a menos de un mes de su casamiento y de una temporada muy exigente. Y si bien desde lo futbolístico no hizo un partido superlativo, lo que vale es todo el resto para que sus compañeros sepan cuál es la bandera y todo lo que hay que brindarse por la camiseta de la Selección.